martes, 4 de noviembre de 2014

ALBERT EINSTEIN, UN TDAH GENIAL.

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Albert Einstein (Ulm, Alemania, 1879 - Princeton, EE.UU, 1955) fue uno de los mayores genios de la Historia de la Humanidad. Abrió al mundo la observación del Espacio Exterior y, después de interminables cálculos, estableció la Teoría de la Relatividad.
¿Tenía una mente privilegiada? ¡Desde luego! ¿Siempre la tuvo? En su niñez y su adolescencia, al parecer no dio esa impresión.
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El pequeño Albert nació en el seno de una acomodada familia judía alemana. Desde muy pequeño, mostró ciertos problemas, motivo por el cual fue especialmente ultraprotegido por su madre. Albert era taciturno, distraído, despistadizo, a la vez que muy ensimismado. Apenas jugaba con los demás niños. Su desarrollo fue al parecer lento, ya que rompió a hablar a los cuatro años. Según ciertas fuentes, lo hizo a los tres. En cualquier caso, bastante más tarde que un niño normal.
Ya más grande, cursó estudios de secundaria en varios institutos. Todo un privilegio para la época. Siguió igual de descuidadizo y ensimismado. Académicamente, era un alumno con rendimiento muy irregular, y en todo momento mostraba el más absoluto desinterés por el estudio, salvo para las ciencias naturales. "¡No llegará a nada en la vida!", le espetó un día un profesor suyo.
Sin embargo, el pequeño Albert mostró de adolescente un notable interés por todo lo relacionado con la electricidad y la electrónica. Su tío tenía una tienda de productos electrónicos, que hubo de cerrar por quiebra, y Albert se iba con él a experimentar con los muchos aparatos que había en el taller. Así mismo, su tío lo inició en el álgebra y en las ciencias en general.
Con el tiempo, después de unos brillantes estudios universitarios de física y matemáticas, se dedicó a estudiar el Espacio Exterior y las relaciones de tiempo y energía que lo rigen. De igual modo, se interesó por la radiactividad. Sus descubrimientos llevarán a la fabricación de la bomba atómica... para horror del gran científico.

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Premio Nobel de Física en 1921, Albert Einstein nunca dejó de distraído y juguetón. A modo de anécdota, se contó en un programa de historia de la televisión francesa emitido en los años 80 que cuando se casó, al volver a casa con su flamante esposa, se dio cuenta de que se le habían olvidado las llaves, y pasaron la noche de bodas sentados en un banco esperando a que la portera abriera el portal ya de día.
¿Logró superar el severo TDAH que padecía de niño? Realmente no. Él mismo reconocía que era de razonamiento y reflejo lentos, mucho más lentos que una persona considerada como "normal". Así explica él, con una pizca de ironía apenas disimulada, que tardara más de veinte años en interesarse en un problema, el del Espacio y la relatividad del tiempo, y que no "superara" aquella etapa de inquietud juvenil.
De ello se desprende que Albert Einstein era plenamente consciente de tal condicionante. Al parecer, lo asumió con naturalidad y convivió con ello toda su vida con una gran dosis de humor.
La historia de esta gran persona constituye un ejemplo de plena aceptación de sí mismo, lo cual no fue obstáculo para desarrollar con plenitud su gran pasión y realizar aportaciones fundamentales para la Humanidad: la física nuclear.

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